Casa Iradier forma parte de un conjunto de 8 viviendas construidas en 1930 en el barrio de Sarrià de Barcelona por una familia burguesa para sus ocho hijos.
En su construcción se utilizaron materiales locales y técnicas constructivas que han pasado de generación en generación; mosaicos hidráulicos, vigas de madera, falsos techos de cañizo enyesado, molduras, cornisas, dobles puertas, manillas de latón y un sinfín de elementos característicos de la arquitectura catalana.
De planta rectangular y orientada a tres vientos esta vivienda goza de luz natural todo el día que reverbera enfatizada por la altura de sus techos de 4,20m de altura y el color piedra que le aporta una serenidad sostenida en el tiempo.
Los elementos clásicos conservados juegan en maravillosa armonía creando un nuevo equilibrio entre la intervención contemporánea y el continente modernista heredado.
El resultado es una vivienda de atmósfera cosmopolita con una distribución muy pensada y cuidada para adaptarse al estilo de vida del cliente.
Quisimos conservar la majestuosidad y la elegancia de sus altísimos techos manteniendo su altura y restaurando las cornisas. El pasillo de amplísimas proporciones sirve como vertebrador de las estancias y permite captar y conectar la luz pasante de las dos fachadas. El espacio es grandioso pero a la vez dulce y doméstico.
La cocina se ha concebido conectada al salón como una cocina funcional, familiar y cálida sin muebles altos para aportarle ligereza.
El salón comunica con la terraza que conserva el pavimento original de cerámica tipo “cubierta catalana” con tres grandes ventanales bicolor imitando a los originales de madera.
Los baños, todos con luz natural, con muebles diseñados en el estudio creados a medida en colaboración con el maestro carpintero y ebanista Josep María Pons. Así como la consola del pasillo, el banco de la cocina, la mesita de centro y el mueble aparador-biblioteca diseñados en madera de roble y mármol impregnados de la sencillez y suavidad que invaden la vivienda.
Altos zócalos perfilan las paredes, las molduras ritman el espacio y las cornisas enmarcan las estancias enfatizando la vivienda con tintes palaciegos.
Se eligió el color piedra como color base para toda la casa, paredes y techos, con ligeras graduaciones creando una unicidad cromática y de materialidad que envuelven el hábitat de paz sensorial.
El color viene de la mano de las obras de arte murales de la talentosa artista y escultora Asor Gurdi directora artística de nuestro estudio.